Trump-Sheinbaum: ¿llamada exitosa o tregua condicionada?
- aurora retes
- 1 ago
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La reciente llamada entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue presentada como un logro diplomático: EE.UU. acordó aplazar por 90 días el aumento de aranceles a productos mexicanos, mientras se negocia un nuevo acuerdo comercial.
Desde una perspectiva inmediata, la llamada evitó una escalada económica que habría golpeado a sectores clave como el automotriz, manufacturero y agrícola. México mantuvo el acceso preferencial del USMCA y ganó un margen de maniobra. Sin embargo, detrás de esa “llamada exitosa”, se esconde un equilibrio frágil, donde la política exterior de Trump hacia México parece orientarse más hacia la presión estratégica que hacia la cooperación genuina.
Sheinbaum: ¿cabeza fría o contención temporal?
La presidenta mexicana ha sido reconocida por su manejo moderado y prudente de la tensión con Trump. Apostó por la diplomacia, evitó confrontaciones públicas y propuso un acuerdo general que incluya comercio, migración y seguridad.
Ese enfoque le ha ganado cierta legitimidad institucional, pero no ha desactivado el verdadero riesgo: Trump sigue usando a México como plataforma de campaña, con amenazas arancelarias, presión por fentanilo y sanciones económicas como instrumentos de control unilateral.
Corrupción, crimen y barcos: ¿le interesa a Trump limpiar México?
En sectores empresariales, ciudadanos y críticos del gobierno mexicano ha surgido una expectativa: que Trump, movido por sus intereses, termine exponiendo la corrupción del régimen morenista, particularmente los vínculos con el crimen organizado y el uso de puertos y rutas marítimas para actividades ilícitas.
Pero la realidad es más estratégica que ética: Trump no tiene una agenda moralizante con México. Sus acciones están guiadas por intereses electorales y de seguridad nacional.
Si denuncia corrupción o narcopolítica mexicana, será porque le conviene políticamente, no porque le preocupe el Estado de Derecho en México.
La presión de Washington puede actuar como catalizador para evidenciar redes de complicidad, pero lo hará si eso respalda su narrativa de “mano dura” contra los cárteles y los “gobiernos débiles”.
La llamada entre Trump y Sheinbaum fue menos una solución y más una tregua temporal. La estrategia diplomática mexicana logró contener la escalada arancelaria, pero no desactivó el poder de presión del gobierno estadounidense.
Si bien sectores en México esperan que Trump ayude a evidenciar la corrupción ligada al crimen organizado, la realidad es más pragmática: Trump usará la corrupción mexicana si eso le ayuda a justificar sanciones, aumentar su popularidad o renegociar condiciones a favor de EE.UU.
México debe prepararse no solo para negociar en lo comercial, sino para resistir una narrativa externa que, bajo el discurso de la seguridad, puede afectar su soberanía.




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